Poema El Pirata de Espronceda, reescrita a la Roberto Bolaño
El Corsario Errante de Belano
En el confín del océano sombrío,
donde el viento aúlla como un lamento,
un pirata sin nombre, maldito,
surca las olas con alma errante.
Sus ojos, luceros de lujuria y muerte,
reflejan la negrura del abismo,
y en su corazón late la pasión,
del saqueo y la libertad sin fin.
De su barco, silueta en la penumbra,
brotan sombras, demonios de mar,
con sables crueles y risas siniestras,
como espectros del inframundo errar.
brotan sombras, demonios de mar,
con sables crueles y risas siniestras,
como espectros del inframundo errar.
En busca del tesoro enterrado,
o el puerto donde su alma descansar,
el pirata implacable avanza,
sin miedo, sin tregua, sin cesar.
o el puerto donde su alma descansar,
el pirata implacable avanza,
sin miedo, sin tregua, sin cesar.
Oh, destino incierto del corsario,
que desafía la furia de las olas,
pues sabe que la muerte lo aguarda,
bajo el manto de las aguas frías.
que desafía la furia de las olas,
pues sabe que la muerte lo aguarda,
bajo el manto de las aguas frías.
En este mundo sin ley ni moral,
donde la vida es un juego letal,
el pirata surca sin temor,
los abismos del mar, su hogar eternal.
donde la vida es un juego letal,
el pirata surca sin temor,
los abismos del mar, su hogar eternal.
Así, en la estela del gran Belano,
resuena la epopeya de aquel pirata,
un eco de misterio y desencanto,
en el vasto océano de la nada.
un eco de misterio y desencanto,
en el vasto océano de la nada.
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