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Microrrelato La bruja

La bruja En las profundidades de una cueva oculta, tres brujas se reunieron alrededor de su caldero burbujeante. Morgana, con su cabello plateado y ojos antiguos, había bailado con los secretos de la luna durante siglos. Elara, marcada por las llamas de la injusticia, llevaba un corazón como un fénix, que siempre resurgía de las cenizas. Mientras el caldero susurraba secretos de tiempos oscuros por venir, un escalofrío de miedo recorrió sus espinas. El destino había entrelazado sus destinos, y ahora enfrentaban una elección peligrosa: unirse o caer, mientras las sombras de los humanos se acercaban cada vez más a su santuario oculto, sin saber que una de ellas era igual que ellos. >   Leer otro micro sobre brujas > Leer otro microrrelato > Volver a casa

Microrrelato Las brujas

Las brujas La luna llena iluminaba el bosque, creando sombras misteriosas entre los árboles centenarios. En una pequeña cabaña, al borde de un claro, la bruja Amelia preparaba una poción en su caldero de hierro fundido. Con cuidado, mezcló hierbas aromáticas, gotas de rocío de la medianoche y un cabello de lobo plateado. Mientras la poción burbujeaba y cambiaba de color, Amelia recordó la razón por la que había comenzado este conjuro. Quería devolver la vista a un joven ciervo que había perdido sus ojos en un trágico accidente. Ella era la única esperanza para el indefenso animal. Cuando la poción finalmente adquirió un resplandor plateado, Amelia la vertió en una pequeña botella de cristal y se dirigió al claro donde se encontraba el ciervo. Con una caricia y unas palabras de aliento, aplicó la poción sobre los ojos del ciervo herido. Sus ojos volvieron a brillar con vida, y la criatura saltó de alegría, agradeciendo a la bruja con un elegante gesto de cabeza. Amelia sonrió satisfecha...